Domingo es precioso. En la Pequeña Filipinas de Taipei, habitada por trabajadores invitados que trabajan seis días a la semana, el domingo es invaluable. Las pequeñas distracciones del domingo, sus simples placeres, levantan la ambición marchita y rejuvenecen la aspiración menguante. La aspiración de la mano de obra migrante, combustible que quema la economía global, debe mucho a los encantos particulares del domingo.
El descubrimiento de un sofá abandonado, este domingo en particular, pone en marcha esta historia. Los trabajadores invitados filipinos, Manuel y Dado, levantan el sofá y se dirigen de regreso a su dormitorio en las afueras industriales del hinterland de Taipei. Esta absurda road movie es impulsada por el conflicto entre sus esperanzas irracionales y los demonios personales acechantes de la fría y dura racionalidad.
Pinoy Sunday lleva a los protagonistas rurales del tercer mundo a través de calles y autopistas modernas y rápidas de la ciudad, hasta que la 'esperanza irracional' y 'los demonios de la fría y dura racionalidad' mutan, y pronto uno es indistinguible del otro.