Phoebe y su compatriota estadounidense Julian Peters se encuentran en Roma, encuentran un perro perdido y acuerdan devolverlo a Montecarlo para dividir la recompensa de cinco mil dólares. Al descubrir al dueño del perro muerto, entran en pánico y se convierten en fugitivos. Otras víctimas de la desgracia también se convierten en sospechosos, ya que la trama se tuerce y la suerte y el juicio abandonan a todos.