Tom lidia con ser corrompido por los adultos que lo rodean todos los días con solo salir de su casa. Las malas influencias parecen acechar en cada esquina, padres litigantes, conductores de autobuses traficantes de drogas y profesores de bandas que quieren acostarse con su madre. Si instala un puesto de limonada, lo demandan por negligencia grave. Si juega béisbol, se le anima a "jugar con los roids". Y si visita a la enfermera de la escuela, se le presenta el mundo del fraude de seguros. Todos los adultos en la vida de Tom tienen buenas intenciones, pero de alguna manera simplemente no pueden predicar con el ejemplo.