Laura se va de casa para comenzar una nueva vida con su enamoramiento francocanadiense, dejando a su hermanita Kate para que la cubra y se ocupe de sus propios sentimientos de abandono. Ambos se inician así en un mundo adulto donde la felicidad se obtiene a costa de la inocencia. El primer día de mi vida juega con tabúes mientras mantiene una nostalgia por la hermandad.