En Karachi, los conductores de ambulancias se echan una siesta mientras esperan que lleguen las llamadas. Este momento de calma contrasta con la brutalidad de sus intervenciones en sitios de accidentes, ahogamientos o asesinatos, que nunca veremos - en cualquier caso, no de verdad. Como aquí, el espectáculo de la violencia y la desgracia solo existe a través de palabras, en sueños, o reconstruido para un programa de televisión. Sangre falsa, pero sufrimiento real. El de los conductores de ambulancias confrontados con la muerte cada día, el de las víctimas cuyos contratiempos son cruelmente repetidos para el entretenimiento de todos, finalmente el de una sociedad que impulsa a sus miembros a lanzarse desde un puente o envenenar a su familia. Este fuera de pantalla irriga la poderosa reflexión implementada por Shehrezad Maher quien, a lo largo de estas secuencias, construye una dialéctica que opone memoria y ficción, traumatismo y fascinación, cuyas fronteras permeables cruzamos permanentemente. La atención a los rituales, ya sea repintando una ambulancia o ensayando una escena inspirada en una noticia, cobra pleno sentido, el de una violencia internalizada cuyas raíces solo pueden ser reveladas por el cine.
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This Shaking Keeps Me Steady
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