Con la esperanza de vengar la muerte de su padre y de liberar el reino de la anexión turca, Vlad III Drácula, conocido como Vlad Tepes (Vlad el Empalador), levanta un ejército y enciende una revolución sangrienta que se extiende rápidamente por todo el país. A medida que avanza la guerra, se vuelve aún más asesino y sádico, y le gusta especialmente empalar a sus víctimas y exhibir públicamente sus cuerpos colgándolos junto a las paredes y de los árboles. En respuesta, la Iglesia difunde rumores sobre él, diciendo que, además de ser un asesino a sangre fría, es, entre otras cosas, un vampiro chupa sangre. Pero ni los rumores apenas le preocupan ni debilitan su objetivo de ajustar cuentas con su traidor hermano Radu, quien, a pesar de que Vlad rescata a sus pueblos de la opresión, se pone del lado del enemigo.