En 1848, durante la tumultuosa era de las revoluciones europeas que sacan al continente de su sistema imperio de base feudal, el político valaco Nicolae Balcescu está tratando de alcanzar los mismos objetivos revolucionarios en casa. Junto con otros miembros de la élite valaquia, Balcescu obliga a abdicación y forma un nuevo gobierno provisional revolucionario en Valaquia, pero sus metas idealistas de modernizar su país y promulgar nuevas reformas agrarias tan apreciadas por sus compatriotas están entrando en conflicto con las políticas exteriores de los imperios otomano y ruso que apuntan a mantener a los pequeños países vecinos como en servidumbre y dependencia permanentes.