Se cree que más de 300 personas están retenidas como rehenes en un Boeing 747 en ruta desde Sydney, Australia, a Los Ángeles, California. El avión, bajo el mando del veterano piloto capitán John Prescott, está a dos horas de tierra; sin embargo, los primeros informes sugieren que un dispositivo bioquímico oculto a bordo del avión está programado para detonar en una hora. Se informa que el dispositivo, que se cree que contiene un gas nervioso diez veces más letal que el gas Sarín liberado en un metro de Tokio en 1995, está vinculado a un disparador de cuenta regresiva con menos de una hora restante. Aparentemente disfrazada dentro del equipaje de mano de los pasajeros, la bomba parece haber sido colocada no por un terrorista político, sino por un loco que actúa con la esperanza de vengarse. Alertados de la presencia del hombre en Australia, ambos gobiernos han comenzado la persecución. El FBI estadounidense, presente en Australia para los preparativos de seguridad antes de los próximos Juegos Olímpicos de 2000, ha enviado agentes para trabajar en colaboración con las fuerzas policiales australianas. Los detalles en este punto son ...