Jessica ha estado casada con su esposo controlador Gary durante años. Ella comenzó a salir con él a la edad de quince años y tiene dos hijos, Maggie y Pete. Después de algunos problemas profesionales, Gary traslada a la familia a un suburbio de Nueva York. De todos modos, al principio Gary parece un marido dulce y cariñoso, pero después de enojarse con unos vecinos hippies, comienza a abofetear a Jessica y a tener ataques de rabia. El abuso solo empeora cuando consigue un trabajo en una panadería y hace dos amigos realmente cariñosos: su compañero de trabajo y vecino Lee, y su jefe Walter. Walter se convierte en algo más que su jefe; él nota moretones en el cuello de Jessica y le aconseja que deje a Gary, pero ella no puede; ella tiene demasiado miedo. Pronto comienza a salir con Walter, y cuando Gary golpea a Pete repetidamente, se da cuenta de que tiene que ser la voz de sus dos hijos; los lleva para quedarse con Walter. Las cosas solo empeoran cuando Gary toma una decisión que podría hacer que su vida se derrumbe.