Mientras espesas nubes cubren el cielo, sombríos presagios de lluvia, el duro pistón neumático del enorme martinete cautiva con su sonido monótono, hipnótico y rítmico. Evocando recuerdos de Eraserhead (1977), el oscuro paisaje industrial se convierte en un lienzo viviente inquietante, ya que los pequeños ruidos de chasquido, los sonidos metálicos y el golpe de metal contra metal envían escalofríos por la columna vertebral.