¿Quién de nosotros no pasa una parte del tiempo soñando despierto o fantaseando? La diferencia es que para la mayoría, cuando se trata de fantasías románticas, el sujeto de nuestros pensamientos no es consciente de ello, o al menos no es un telépata. Vea lo que sucede cuando el rico heredero de un trono corporativo es telepático y responde a las vívidas fantasías y sentimientos de una oficinista que trabaja para la empresa.