El 7 de mayo de 2000, en el estacionamiento de un Ramada Inn en Jacksonville, Florida, la señora Mary Ann Stephens de 65 años es disparada en la cabeza ante los ojos de su esposo.
Noventa minutos después, es arrestado Brenton Butler, un joven de 15 años. Todo está en su contra: es identificado formalmente por el único testigo ocular, el Sr. Stephens, y firma una confesión.
Para los investigadores y los medios de comunicación que cubren la historia, es simplemente otro joven desorientado, otra vida desperdiciada.
Pero cuando el caso llega a manos de Patrick McGuinness, abogado defensor, la historia deja de ser tan ordinaria. El chico proclama su inocencia, tiene moretones en la cara y el tórax. Cuenta que los detectives lo golpearon y le sacaron una confesión a la fuerza.
Y el que golpeó con más fuerza es un tal Glover, hijo de Nat Glover, Sheriff de Jacksonville. Todos - la policía, los medios de comunicación y la opinión pública - están listos para condenar a Brenton Butler de antemano, pero Patrick McGuinness comienza una batalla para restablecer los derechos de su cliente y señalar con el dedo acusador a aquellos que considera los verdaderos culpables: los detectives Williams, Glover y Darnell.