Acompañado por un shamisen, un maestro narrador recita su lírico y triste rakugo (una forma tradicional de entretenimiento verbal japonés) de un anciano tacaño que vive en un sucio y diminuto apartamento en Tokio, quien después de rebuscar unas cerezas del pavimento, se las come enteras por miedo a desperdiciar los huesos.
Pronto, un minúsculo cerezo brota inesperadamente en la cabeza abultada del anciano, y cuando todos los esfuerzos por deshacerse de él resultan inútiles, permite que crezca hasta convertirse en un árbol magnífico donde la gente se reúne para hacer hanami bajo sus flores de cerezo.
Y entonces, cuando las hordas de hombres comienzan a ser molestas, el hombre desesperado toma una decisión que lo seguirá por el resto de su vida.