A finales del siglo XIX en Montreal, el joven Émile Nelligan se dedica a la poesía, al desconcierto de amigos y familiares. Tiene una relación problemática con su madre sobreprotectora y está en conflicto abierto con su padre. El padre Seers, impresor y erudito, lo anima, pero su empeoramiento de su estado mental pronto lo lleva al asilo donde pasará el resto de sus días.