Jean-Claude, de cincuenta años, tiene una vida aburrida, trabajando en una notaría propia y como funcionario judicial desalojando inquilinos o confiscando propiedades, o pasando las tardes de los domingos en la casa de retiro con su padre amargo, rudo y amargado. Cuando tiene un problema cardíaco menor, su médico le aconseja que haga ejercicio y Jean-Claude comienza a recibir lecciones de tango en un estudio frente a su oficina. Conoce a la encantadora Françoise de cuarenta y tantos años, que también está dando clases para su fiesta de bodas, y ella recuerda que fue su vecina en su infancia. Se vuelven cercanos y el amor florece entre ellos, cambiando sus vidas.