En el séptimo cumpleaños de Jonathan, fue testigo de un acto violento hacia su madre que provocó un colapso mental. Días después lo encontró su tía, Mary. El niño vestía como un payaso, sentado solo en su casa con los cadáveres de su madre y su amante. Mary luchó con el abuso de sustancias durante la década siguiente, pero ahora que ha podido mantener una vida de sobriedad, su esposo y sus hijos adolescentes la perdonan. Mary ha decidido transmitir ese perdón a su sobrino. Después de diez años en un centro de salud mental, Jonathan regresa a casa para unirse a la única familia que le queda. Mary espera que pueda vivir una vida normal, pero en la víspera de su decimoséptimo cumpleaños, las cosas comienzan a ponerse feas cuando el amigo imaginario de Jonathan decide salir a jugar.